Sant Félicien
Al borde del
camino
los ojos de
la búfala
se hunden en
los míos
y surgen las
praderas luminosas,
los bosques
silenciosos,
la tempestad
sonora de los cascos
en el tambor
del llano que no acaba.
Se estrecha
el horizonte
en los ojos
cansados de la búfala
que
lentamente rumia la pastura
y mis ojos
la miran y desean
atravesar
con ella
el último
camino de la estepa.