No tengo
territorio que reivindicar,
amplio es el
camino de la duda
y, sin
saberlo,
reencuentro
el viaje que me lleva
a vivir en
la errancia.
Cada palabra
dicha, cada gesto,
cada mirada
sostenida,
cada cuerpo
soñado
fueron hitos
que quedaron atrás.
Tal vez por
eso
hoy ya no
tengo territorio que reivindicar
y vivo
en la constante errancia del destino.