No espereis que la sangre nos habite
que taladren las hormigas
pasadizos oscuros en la carne o el barro,
que el aire nos acerque
el amargo perfuma de la linfa
que nunca hizo fértil la tierra.
No esperéis que la palabra sea
el corazón oculto de la tarde
la certeza catártica del vino.
De La voluntad de los metales
que taladren las hormigas
pasadizos oscuros en la carne o el barro,
que el aire nos acerque
el amargo perfuma de la linfa
que nunca hizo fértil la tierra.
No esperéis que la palabra sea
el corazón oculto de la tarde
la certeza catártica del vino.
De La voluntad de los metales