BLOG DE MARIA CINTA MONTAGUT

jueves, 24 de noviembre de 2016

JUNEAU




En la calle empinada
el hotel aparece
elegante, altivo,
con molduras doradas
y un ascensor antiguo
de madera.
Más tarde ya de madrugada
descorro las cortinas del cuarto silencioso
para ver la sorpresa de una noche estrellada.
Estaba todo oscuro:
la calle, las ventanas, la montaña sombría.
Hay que volver al norte
donde la luz es blanca cada noche
donde el tiempo haabita en los glaciares
y el bosque nos invita a su misterio.

domingo, 16 de octubre de 2016


En una habitación de hotel
las cortinas esconden las luces de la tarde
gotea a intervalos regulares el grifo del lavabo
y se oyen lejanos los silbidos del tren.
Es una habitación sencilla,
no daba para más el presupuesto,
con apliques dorados y un perchero
donde colgar la noche
y la mochila de los días perdidos
y de los desengaños.
Al pasar de los años
el equipaje se hace más pesado
y el viaje continúa inagotable
a través de una piel o de unos ojos
aunque se, desde siempre,
que yo nunca viajaré a Dinamarca.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Atardece en el cuarto
la cama solitaria espera la llegada
que cada noche habitan
su inmóvil eternidad de sombra.
El tiempo pasa lento en los relojes
en la piel y en el aire.
Todo parece en calma.
Todo será y ha sido.

domingo, 1 de mayo de 2016


Para enterrar la infancia he venido a esta casa.
El comedor oscuro donde a diario se oficiaba
el rito del silencio frente a un plato escaso,
el frío del invierno en cada habitación,
el calor del verano que intentaban frenar
las persianas bajadas por la tarde.
En vano busco hoy en las paredes viejas
los ecos de las voces que resonaron fuertes
los juegos ya pasados y las prohibiciones.
Las horas de llegada siempre antes de las diez,
alguna bofetada después de una respuesta
juzgada impertinente por quien podía entonces.
Tantos libros leidos al calor de la cama
con guantes en las manos encima del embozo.
No pude venir antes,
es mejor aplazar los entierros
hasta que el tiempo dicte su sentencia
inapelable siempre.

lunes, 15 de febrero de 2016

poema

                                               He estudiado la ciencia de las despedidas
                                                      Osip Mandelstam

Partir sin dejar nada atrás
agitando un pañuelo que fue blanco
en un inútil gesto en la partida.
Nunca saber si el vieje será largo
si habrá sirenas o escollos peligrosos
o el mar será clemente.
Recitar uno a uno los nombres olvidados
que un día fueron piel o caricia
y borrar los teléfonos
de la agenda gastada de la vida