Presiento la llegada del silencio
tras la imperiosa furia de las olas
de este mar que no existe,
tras la infinita lluvia de cristales
en el turbio amanecer de las palmeras.
El asfalto caliente se hace río de sangre
la piel desaparece del asombro nocturno
y ya los ojos no iran la mañana.
De La voluntad de los metales
tras la imperiosa furia de las olas
de este mar que no existe,
tras la infinita lluvia de cristales
en el turbio amanecer de las palmeras.
El asfalto caliente se hace río de sangre
la piel desaparece del asombro nocturno
y ya los ojos no iran la mañana.
De La voluntad de los metales
No hay comentarios:
Publicar un comentario