BLOG DE MARIA CINTA MONTAGUT

martes, 22 de enero de 2013

La calle huele a grito
es un aroma que penetra en los poros,
en la urdimbre de todos los vestidos,
se expande y ocupa todos los rincones
de la ciudad despierta.
No se puede dormir.
Ya no hay silencio para mecer las cunas.
Ya no hay silencio.
El grito se multiplica y crece
fluye por las arterias como sangre
que se derrama y limpia
las manos que se abren,
y se instala
en la terca voluntad de los que buscan
atravesar la tierra con su voz.

De   La espera inevitable

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