Es posible
que un día
tengamos que
olvidar lo que aprendimos
y el
celuloide rancio nos devuelva
unos rostros
sin nombre
un paisaje
con cisnes
un lago
alpino
y una
cascada al fondo.
La caja de
madera era de mantecados
de alguna
navidad
de esas
con
canelones y parchís,
un mantel
con bordados azules
única
pertenencia salvada de la guerra.
La caja de
madera
en el último
estante del armario
guarda para
siempre la memoria
de ese viaje
incierto
al que
llamamos vida.
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